La desilusión es aguda y severa. La desmotivación
está presente conjuntamente con la desconfianza haciendo de las suyas sin
parar. ¿Qué podemos hacer? ¿Y ahora qué? son interrogantes que se han vuelto
cotidianas pero sus respuestas siguen sin llegar. La sensación de estar en un
laberinto se ha vuelto impetuosa y su salida muy difícil de encontrar. Las
razones de seguir luchando para muchos, sobran, para otros, faltan pero, en el
ambiente se respira una tóxica partícula que debemos de erradicar: LA ABSTENCIÓN.
Abstención, cruel abstención, virus
ponzoñoso, arma maligna y destructiva, tu nombre está rechinante en los oídos
ya que el bravío pueblo de Venezuela ha sido manipulado y llevado a un apático
sueño criogénico no sólo por las conversaciones de que animal de la fauna
saldrá, la escases de combustible y liquidez monetaria o por las noticias
sísmicas mundiales sino, por el miedo inyectado vía intravenosa de que al pensar
si alzan su voz en contra serán desterrados de sus puestos de trabajo y sus
hijos de comer no tendrán pero, la cruda realidad es que ¡ni siquiera están
comiendo bien!, los ojos de los que veían la verdad han sido vendados. ¿Cómo
pretendemos luchar por un cambio en el País sino hemos cambiado nuestra manera
de pensar? Dónde se prefiere utilizar la calle para festejar y criticar en vez
de protestar. ¿Hasta cuándo?
A los fanáticos de las sagas “La
trampa ésta montada”, “El CNE contraataca” y “De nuevo nos van a robar”, les
recuerdo que, no participar es darle cabida a que los peores de nuestra
historia republicana sigan haciendo de las suyas sin pudor. Abstenerse a
ejercer nuestro derecho concebido constitucionalmente es tener el mismo
porcentaje de culpabilidad que las hordas medievales que han saqueado la
nación. Nuestro principal motivo, en éste nuevo panorama de lucha es en contra
de un sistema corrupto, pervertido, despiadado y desastroso que ha convertido a
nuestra Venezuela en caos y al Estado Bolívar en derrota y desolación.
La fe es resiliente y la esperanza
debe dominar nuestros sentidos. El teclado y su Balzac virtual, se debe
suplantar por la acción y la participación constante e incansable. La omisión,
bajo ninguna premisa debe estar en nuestra brújula ya que debemos de enfrentar
a nuestro peor enemigo con todos los hierros posibles y existentes ya que este
usa sus mejores armas en nuestra contra. Las circunstancias se repiten pero no
debemos escribir el mismo final; aprendamos hoy de los errores históricos del
ayer para poder tener un mejor mañana. ¡Votar, votar, votar! es nuestro
estandarte ya que estamos destinados a la libertad y a la grandeza. Si no
entendemos eso, sufriremos las peores consecuencias y el arrepentimiento será
letra muerta porque no sufragar por miedo a que nos roben es suicidarnos por
miedo a que nos maten.
Jorge
Francisco Sambrano
@JorgeFSambrano
#RendirseNoEsUnaOpcion
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