Confianza, esperanza firme que una persona tiene en
que algo suceda, sea o funcione de una forma determinada, o en que otra persona
actúe como ella desea. Es la seguridad, especialmente al emprender una acción
difícil o comprometida. Familiaridad, naturalidad y sencillez en el trato,
propias de la amistad o el parentesco. Acto que denota mucha familiaridad, a
menudo excesiva. Refrescando el significado de una de las más valiosas palabras
y puros sentimientos, el tema se trata
de su archienemiga: LA DESCONFIANZA. La gemela malvada que azota, en todos los
aspectos, a cada miembro de los hogares venezolanos. Una desconfianza inducida
y creada para no tener claridad ni un norte despejado. “Ni tu peor enemigo
puede hacer tanto daño como tus pensamientos” y con ella en primera fila, se
tiene un caos.
En medio de turbulentas y sangrientas noticias nuestra
desconfianza pareciera agigantarse cada vez más y más. ¿En que creemos o en quién?
El génesis del asunto pareciera haber sido creado en el laboratorio de las mentes
malignas que hoy llevan las riendas del país. El caso que habría que tomar
primordialmente es la muerte del ex piloto del CICPC, su cuadrilla y varios
civiles. Sin duda alguna es otra violación flagrante a los DDHH, tratados
internacionales y de la Constitución, pero ampliando un poco el pensamiento ¿qué
hay detrás de ese caso? Al régimen no le interesa otra sanción, eso es algo
obvio, lo que genera suspicacia es ¿qué resultado esperaba obtener con esta
acción? Pero, más allá ¿qué resultado quería generar el ex piloto con todo ese
esfuerzo ante las cámaras? El mundo entero siguió la situación vía redes
sociales ya que fue una conmoción, pero, ¿por qué? ¿sacar un teléfono en medio
de una balacera para enviar un vídeo de una escena estilo película de guerra?
Usando un poco la lógica, la desconfianza en éste personaje desde un principio
fue abundante por su origen, proceder y apariciones repentinas pero ahora, es
un mártir venezolano por unos días, luego será arrojado al baúl de los
recuerdos como Caguaripano. Venezuela y sus ocurrencias. “El supremo arte de la
guerra es someter al enemigo sin luchar” y aquí el verdadero enemigo del
régimen es el pueblo. Si se le fabrica un rostro a la esperanza encarnada en un
mesías vengador la gente lo seguirá y empezará a creer. Pero, cuando se
destruya, porque ya cumplió su función,
la desconfianza y el desánimo serán abismales.
Otro claro ejemplo y es imperante mencionar es el
llamado a la calle en estos próximos días de enero al igual que la mesa de
diálogo en el país dominicano. En ambas acciones es público y notorio que no
hay ni habrá confianza en apoyarlas para salir de este desastre. Los diálogos
son necesarios siempre y cuando se obtengan resultados concretos y en este, no
se obtuvieron fue porque pretendían reconocimiento a la fraudulenta Asamblea Nacional
Constituyente a cambio de nada. Con respecto al llamado a la protesta de calle,
es un escenario que no se debe abandonar bajo ninguna circunstancia pero, hay
que trazar una estrategia clara y real en base a las experiencias anteriores,
hacer el trabajo nuevamente de hormiguita para recuperar el apoyo y la
confianza de nuestra gente y hacer un llamado unísono con todas las fuerzas de
la nación. Finalmente, las elecciones presidenciales en éste año 2018. Un gran
escenario de protesta que va a tener la mayoría que adversa al régimen,
rompiendo los esquemas y trabas que éstos puedan colocar. Con la acérrima
guerra psicológica de desconfianza y desmotivación habrá que inyectarle más
convicción y fortaleza para salir de esta pesadilla.
La desconfianza es un sentimiento en el que predomina
la sospecha de que la información recibida es falsa o engañosa. Dichos y hechos
se evalúan de forma preconcebida para demostrar intenciones posiblemente
irreales y adoptar reacciones defensivas. La corrupción, el robo y el delito ya
no son la excepción, sino la regla. “Piensa mal y acertarás” es el lema del
reino de la mala fe, donde a las personas confiadas se les considera tontas o
ingenuas. Desde abordar un taxi hasta cerrar un contrato público o privado para
hacer empresas o proyectos rentables. La sana prudencia se transforma en la
exigencia exagerada de condiciones que elevan los costos y perjudican a
consumidores, productores, gestores, empleados y trabajadores, porque todos
pagan la lógica perversa de la desconfianza. En fin, la desconfianza absoluta
solo existe en Estados fallidos. Y el paraíso de la confianza total es el otro
extremo teórico de un continuo en el que el respeto a la ley y el orden están
de por medio.
Jorge Francisco
Sambrano
@JorgeFSambrano
#RendirseNoEsUnOpcion
Comentarios
Publicar un comentario