Jorge Francisco Sambrano
Escribo como siento y como pienso. Llevo a Venezuela en
las venas y en mi espíritu, me duelen sus dolores colectivos porque su gente es
mi familia pero, cuando se trata de hablar de lo que está mal sería un farsante
si jugara a la comedia de la parcialidad y, uno de los principales problemas que
hoy nos carcome y está a flor de piel, es el concepto de los partidos políticos
y sus militantes.
Es una distorsión álgida y profunda. Una degradación
total de su teoría blanca por una práctica gris. ¿Qué pasó en la historia
venezolana contemporánea que nos desencadenó en esta realidad?, ¿en qué momento
la imagen de las prominentes figuras políticas se deterioró?, ¿cuándo hubo ese
desprendimiento entre el pueblo y los dirigentes? Lamentablemente hay que
escarbar en la trinchera de la historia para comprender esta realidad,
rectificar y avanzar porque, para muchos, esta situación no es el inicio de
nada, sino la culminación de un proceso.
Existió un momento en que los partidos políticos
poderosos, se distanciaron de su base social, del pueblo, del proyecto democrático
de 1958 y se transformaron en burócratas a secas. Esto, para muchos académicos
no comienza en el 98 sino en "La gran Venezuela" que no incumbe sólo
al Gobierno de "El Caminante" sino a toda la sociedad venezolana:
cuando no se tenía el tobo listo, una lluvia de petrodólares que no estaba en
el programa, llega repentinamente y nos cambia drásticamente como sociedad y
profundiza antiguas conductas de irresponsabilidad que no eran ni tan evidentes
ni tan masivas. Cuando ocurrió este fenómeno, reaparece la imagen de hombre
providencial que va a proveer eternamente y empieza un proceso de diferenciación
con administración austera y responsable
que caracterizó a los 3 gobiernos democráticos anteriores.
La pésima e inexperta administración de los
inagotables recursos distanció a los gobernantes de los gobernados y viceversa
porque, el debilitamiento de los resortes morales de la sociedad venezolana fue
cómplice de la ruta al precipicio, al zarpazo hacia ningún puerto en términos
de democracia y republicanismo.
Posteriormente todo empeoró. Sucesos como 'el
Caracazo' o la defenestración del oriundo de Rubio conjuntamente con la
descompuesta y naufragante sociedad venezolana dio paso a un nuevo capítulo en
la historia nacional y la resurreccón de ese caudillo benevolente y encantador
y, el pueblo lo acogió como su mesías. Por supuesto, ante tal avasallante
proceso, la capacidad de respuesta no fue inmediata, el distanciamiento fue
igual o peor ya que la retórica era una cosa y la realidad otra distinta
totalmente. Esto ocasionó que la condena fuera aún más severa y engendró un
descontento acérrimo hacia los partidos tradicionales y las organizaciones políticas
nacientes en dictadura. Hoy en día cuesta mucho levantar esa destruida
credibilidad y ese necesario respaldo popular porque muchos no han aprendido la
lección o quizás no es de su interés comprenderla.
"La democracia es un estado de partidos. Sólo
desde la ingenuidad o hipocresía se puede pretender que se tendrá¡ una
democracia sin partidos políticos", Kelsen aún sigue teniendo razón pero
estos, no pueden mezclar su vitalidad y rayar en una monarquía perenne porque,
el poder absoluto corrompe absolutamente.
Lo partidos políticos deben ser, en su naturaleza,
unos archipiélagos y no apartadas islas sectarias en este mar social en el que
habitamos. Sin embargo, el caudillismo partidista es necesario pero, hasta
cierto punto. Es necesario tener la templanza, don de mando y severidad, en
algunos casos, de un jefe o un caudillo pero, la perpetuidad en los cargos
corrompe la mente y el corazón de quien lo ocupa momentáneamente a tal punto de
creerse un emperador inmortal. Esto es tan nocivo y dañino para la democracia,
la República y las generaciones que se levantan en ideas, esfuerzo y criterios.
Los partidos políticos y sus dirigentes deben
conectarse irrestricta y diariamente con sus seguidores, escucharlos,
prepararlos, motivarlos y guiarlos, seguir construyendo más que una imagen
individual a quien seguir, un proyecto colectivo por el cual trabajar
incansablemente hasta construirlo. Más allá¡ de eso, es estar segundo a segundo con la gente a la cual nos debemos,
salir de la comodidad e ir a la comunidad, hablar con sinceridad política,
responder sus interrogantes, limpiar sus lágrimas frustradas y plasmar una
sonrisa de esperanza, escuchar sus problemas y buscar, hasta donde llegue el
alcance, la solución posible y viable porque "un líder no se forja en la
comodidad de un despacho con aire acondicionado y secretarias, ni en la curul
parlamentario, para decir de vez en cuando un discurso florido, ni maniobrando
desde arriba para mantenerse a flote, ni con dinero, ni con diarios y revistas,
ni con radios o televisoras, ni con padrinos oligárquicos o la bendición
militar o eclesiástica, pues el líder verdadero se forja y se desarrolla en las
catacumbas de la clandestinidad, en las sombras de la adversidad, entre la
represión y la violencia.." Rómulo Ernesto, sigues teniendo razón luego de
tanto tiempo.
@JorgeFSambrano
#RendirseNoEsUnaOpcion
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