El apartheid contraataca y está vez, en un sector de
la oposición venezolana. El radicalismo en su más grande esplendor. La disputa
por el superlativo se ha convertido en un círculo vicioso y enfermo. La versión
pusilánime del programa ¿Quién tiene la razón? tiene como protagonistas
principales a algunos opositores. La siembra del intergaláctico y su discurso
divisor tienen consecuencias. “El que no esté conmigo, está en contra” ha
rendido sus frutos. En lo económico y político podemos recuperar a Venezuela. ¡Claro
que sí! pero, ¿qué hacemos con lo social? ¿con la familia? ¿con los valores?
Salir de Maduro, QUIZÁS no sea preocupante porque no hay mal que dure cien años
ni cuerpo que lo resista, lo verdaderamente preocupante es lo que viene luego:
Armar el rompecabezas de un país. El esfuerzo debe ser de TODOS y he ahí, donde
esta generación de cambio debe enfocarse.
Primero, hecho realidad el deseo de la mayoría, Maduro está fuera del
poder y surge un gobierno de transición que es lo que se ha planteado para
encaminar al país, ¿qué hacemos ahora?, ¿lanzamos a los ex gobernantes a la
hoguera al estilo Salem? Se debe tomar en consideración que, la política
moderna se define, justamente, como negociación. En todos los parlamentos
mundiales, lo que hacen las fuerzas es negociar: si tú quieres que yo te apoye
en esta ley, debes darme un beneficio de otro tipo. Al colectivo en general eso
le parece escandaloso o un acto de “traición” ya que, al no tener un poco de
cultura de los mecanismos políticos casi considera la palabra negociación como
un acto satánico. Pero, lo único que sustituye a la negociación es la
confrontación. Ya lo decía Clausewitz: la política es la continuación de la
guerra por otros medios. Un ejemplo fue Violeta Chamorro, quien dirigió una
extraordinaria transición en Nicaragua; los sandinistas controlaban las
instituciones y Chamorro, pasó un trago amargo quien tuvo que dejar a Humberto
Ortega como Ministro de la Defensa, como garantía de que no habría un proceso
de fuerza en contra de ellos. El caso de Pinochet: las fuerzas le impusieron la
transición, luego que reconocieran el plebiscito, a cambio de que no hubiera
una cacería de brujas contra ellos, el primer temor del dictador que piensa si
entregar o no el poder. Pinochet quedó como comandante de las fuerzas armadas
por 8 años y fue uno de los senadores vitalicios militares que él impuso, que
funcionaban como un fiel de la balanza en el parlamento. Cuando los países
pierden la democracia no pierden cualquier cosa. Recuperarla no es algo que se
hace por obra y gracia como apuntan algunos eruditos o porque a uno le da la
gana en Twitterlandia. Recuperar las instituciones implica mucho esfuerzo,
mucho talento, mucha audacia y mucha habilidad para negociar.
Otro elemento importante pero que poco lo tomamos en
consideración y que tiene que ver con ese nuevo país que muchas veces nos
cuesta precisar, es al partido PSUV haciendo el papel de oposición y la reinvención
del chavismo para la subsistencia como corriente política. Habrán nefastos
personajes, que tienen una cita con la justicia como Diosdado Cabello o Jorge
Rodríguez, con los cuáles será excesivamente difícil conciliar pero, ¿que se
hará con esos 5 o 6 millones de venezolanos adeptos al régimen?, ¿se encierran
a todos en un cuarto con gas estilo Auschwitz? Sólo desde la hipocresía o la
ingenuidad podemos pretender que esa cantidad poblacional se puede desaparecer
o exterminar del mapa político venezolano. El PSUV, quien seguirá contando con
una gruesa masa por su ideología arraigada en sus corazones, darán una dura
batalla. Por muy catastrófica que haya sido la gestión de algún dirigente
psuvista, van a poseer un caudal económico para seguir compitiendo en cualquier
contienda electoral y retomar el poder. Sería el ejercicio normal de un sistema
democrático. Es el país que tendremos y todo pasa por el buen reconocimiento
del otro. En él, las instituciones deben ser transparentes para el buen
desenvolvimiento de la democracia. En esto, las Fuerzas Armadas tendrán un
papel sustancial, aunque, su depuración no será tarea sencilla. Se va a
requerir de mucha prudencia, sapiencia y mano zurda pero, nada es imposible.
Para poder estar juntos, algunos tienen que ceder sus ambiciones omnipresentes
de imponerse sobre el resto.
Por último pero no menos importante será, la
reconciliación, la reinvención de un país y el aprendizaje que nos dejará esta
pesadilla llamada “Socialismo del XXI”. No todo está perdido y la espera valdrá
la pena si colocamos el mismo esfuerzo y la misma determinación para construir
y no para destruir. Aunque pareciera de momento, el sacrificio de nuestros
jóvenes caídos NO fue en vano. La moralidad y el respeto en la sociedad han de
ser el primer punto de honor a conquistar entre todos, dejando a un lado la
división, el revanchismo, el triple discurso y el odio hacía el contrario. Será
un trabajo titánico, no sólo de los políticos sino de cada ciudadano. Va a
requerir que cada uno coloque, no sólo un granito de arena sino dos. La tarea
es difícil y, aunque haya construcción de nuevas escuelas, liceos,
universidades, hospitales, complejos deportivos y parques lo verdaderamente
importante, es que nosotros debemos de elevar nuestro grado de conciencia,
rescatar nuestros valores, agigantar nuestro sentido de pertenencia y
compromiso ciudadano con la sociedad en la que convivimos. Con lo más mínimo,
así ningún fiscal te vea, respeta las señales, no botes basura por la
ventanilla, decir buenos días, por favor, disculpe y así sucesivamente con los
pequeños detalles que marcan la pauta. Todos nuestros sueños pasarán a ser una
realidad si trabajamos juntos y dejamos de pensar en que puede hacer Venezuela
por nosotros y empezamos a pensar que podemos hacer nosotros por Venezuela.
Jorge Francisco
Sambrano
@JorgeFSambrano
#RendirseNoEsUnOpcion
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